La pena muda
La inconfundible,
la endurecida ternura
del que ha sufrido,
del que ha aceitado los motores del caer-levantarse
a fuerza de costumbre.
Del que pena sobre pena,
ha moldeado una
pétrea máscara
en la que pueden contarse,
hundiendo más y más las
comisuras,
ahuecando las ojeras
y aplastando los párpados,
cada uno de los golpes que la vida,
infatigable y
certeramente,
ha asestado sobre cada uno de sus días.
¿Y quién dará cuenta, entonces, de tamaña tristeza,
que ha perdido incluso todo deseo de lamento?
Levanto los ojos y veo otro rostro lúcido y llano frente al
espejo.
Me avergüenzo de mi suerte y canto…
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